Cuando Oscar nació todo parecía ir bien, pero a las dos semanas de vida comenzó a tener varias crisis epilépticas al día. Después de pasar por dos hospitales, nos dieron un diagnóstico: nuestro pequeño Oscar tenía displasia cortical. El problema tenía solución: había que operarle. Sin embargo, debíamos esperar a que tuviera suficiente peso y cumpliera 6 meses. Hasta entonces, Oscar tuvo decenas de crisis cada día. Luego de la operación todo cambió. A los pocos días de haberle operado ya no tuvo ninguna crisis, y hasta el día de hoy no ha vuelto a tener ninguna más. Evidentemente, Oscar tiene secuelas.